Son muchas las razones que me impulsan a escribir este artículo, razones de conveniencia, de respeto a la intimidad de las personas, del derecho a elegir su vida dentro de la libertad que le otorga
Vivimos , a veces, en una espiral de intromisión en conductas ajenas, que ha hecho que afloren en nuestras relaciones humanas, un fenómeno que en aras a una pretendida libertad de expresión, nos induce a ser jueces en debilidades ajenas siendo ,por tanto, más papistas que el Papa descalificando situaciones y crisis por las que atraviesan algunas personas.
Nos hemos acostumbrado a confundir el todo con cada una de sus partes, sin respetar el derecho de los demás a encauzar su vida buscando la felicidad donde ellos creen que se encuentra, Esta intromisión, causa de hecho un daño inmenso en ámbitos familiares, ya que ,a veces, rompen una cadena de afectos que alcanzan a los sentimientos más profundos puesto que estas actitudes demoledoras, hacen saltar por los aires valores y formas que hasta ahora teníamos por fundamentales y en las que se sustentaba la liturgia del obligado respeto en nuestra social forma de vida.
Este problema de relaciones, nació hace ya algún tiempo, motivado por una serie de programas televisivos que, tras el denominador común de “programas del corazón”, hizo que las descalificaciones fueran abundantes por parte de periodistas de indudable categoría profesional que los catalogaron con el nombre de basura.
¡Pero ya estaba en marcha una nueva industria, la del chismorreo y la mentira!
No obstante, no fue baldía su constante denuncia, ya que gracias a ella desapareció ese bodrio llamado “El Tomate”, aún cuando quedan vivos muchos ingredientes de esa gran ensalada de la mediocridad que disfrazados en pomposos títulos en los que el corazón parece ser la “ley motix”, que actúa de reclamo en personas sensibleras, sacralizan sin razón lo que la razón no entiende.
Dice
Como podrán apreciar, he bebido en la fuente de la información, y he traído este trabajo, opiniones y juicios de sensatos y firmes periodistas y escritores foráneos al ser portavoces de ideas que comparto y que me enriquecen. Solo pretendo aportar mi grano de arena para conseguir erradicar ese virus.
Abordando, por tanto, en esta línea de pensamiento quisiera citar a Jean Francisco Revel, maestro de liberales que en su obra titulada “el conocimiento inútil” dice “la primera de todas las fuerzas que mueve el mundo es la mentira”.
En este mismo posicionamiento, pero satirizando la expresión intentando quizás darle un carácter que aliviara con su humor esta podredumbre, Bertold Brecha, poeta y dramaturgo alemán, autor de infinidad de obras , y que forma parte del Grupo de Teatro Político encabezado por Edwin Piseator decía:
“Para ganarme el pan de cada día, voy al mercado donde se compran las mentiras, y lleno de esperanza me pongo en la cola de quienes las venden”.
Hace poco, leyendo a Antonio Gala, me encontré con una joya que encaja con el criterio aplicable a los enjuiciamientos que expongo y que me decía que si nos dejamos llevar por las palabras, acabaremos en Babel.
En una reflexión entre lo que se dice y los que se hace, y en el peligro de lo esta irresponsabilidad acarrea en las personas verbalmente agredidas, llegaba a la conclusión de que un naufrago ahogándose en el mar, es más grande que el mar, porque el naufrago sabe que se muere, y el mar no sabe que lo mata.
Y nada más. Quiero terminar citando una frase de Aubert Einstein dedicada a la conciencia de quienes han hecho de la mentira y el chisme su medio de vida y que dice:
“Es más fácil deshacer un átomo que un perjuicio”.