En relación con la publicación de mis artículos sobre los cines de Águilas, he recibido una amable carta de un lector, en la que me dice: “En sus artículos ha omitido usted uno de los cines del balneario que tuvo una actividad muy acusada en tiempos de la República, lo que le recuerdo por si ha sido un olvido involuntario o es que usted no tiene información sobre el mismo.” Ante esta amable carta, me pongo a repasar mis archivos y, efectivamente, me he saltado uno de mis cines. Ha sido un lapsus en la lectura de los mismos. Hablemos, por tanto, de este lugar. Este cine estaba ubicado en el Balneario que se llamó “la Giralda” sito en la Playa de Poniente, enfrente de la desembocadura de la calle de Quintana. Para más detalles en la calle donde está la actual fábrica de hielo. Era un amplio salón con gallinero y butacas, y en la fotografía que conservamos del mismo, aparece en su fachada una cabina de proyección y, en ambos lados de la entrada, una especie de taquillas donde se debían de vender las entradas para los espectáculos. En esta foto de referencia vemos que debía de celebrarse algún acto político como un “Mitin” o algo parecido, ya que en la puerta del mismo se ve gran cantidad de público, que no sabemos si entraban o salían de dicho acto. En este salón-cine se proyectaban las películas mudas, comentadas por el “tío del puntero” y, más adelante, películas de series que duraban varias semanas de proyección. Este cine, por aquel tiempo, estuvo regentado por la empresa “Hijos de Serafín Alarcón”. También nos hemos dejado en el “tintero” algo muy curioso e importante para la época y son los puestos de cascarujas que habitualmente había en las puertas de dichos cines y, en los cuales, se vendían todo tipo de golosinas: caramelos, chufas, altramugos, habas torrás, garbanzos torraos, pipas de girasol y, según la estación de año, también se podían encontrar membrillos asaos, castañas crudas y asas, regaliz y tantas cosas de aquellos tiempos. Como novedad aparecieron las primeras cañas de azúcar que, por una perra gorda, te daban un trozo que masticabas todo el tiempo que durara la película. Otra nota curiosa, como no existía medio de publicidad, las empresas de los cines publicaban unos pequeños “pasquines” en color de las películas que se iban a proyectar y eran coleccionados por muchos aficionados. Yo conozco en Águilas a algunos de ellos, que tienen en su poder unas grandes colecciones de dichos programas de cine, como se les llamó en su tiempo y se les sigue llamando todavía. Y en los mercadillos de antigüedades, que se celebran en Águilas los primeros domingos del mes, se pueden adquirir todavía por los coleccionistas. Quiero agradecer al amable lector su carta y darle las gracias por la misma, pues con esto se demuestra que tengo algún lector que otro. Bibliografía consultada: • Notas de Don Francisco Martí Lloret • Fichas de Cacitel • Semanario “Vida Aguileña” • Archivo personal de Emiliano Navarro.
AUTOR: Emiliano
El cine del Balneario “La Giralda”