“El mundo espiritista en la historia de Águilas” Parte II

En mi trabajo anterior ya escribimos que el Espiritismo es tan viejo como la Humanidad. Desde siempre el hombre ha sentido por intuición que no solo es su cuerpo material. La prueba la tenemos que desde la remota antigüedad el ser humano ha enterrado a sus muertos con la idea religiosa de permanencia en el más allá. De ahí los ritos funerarios que celebraban ante los cuerpos sin vida de sus más allegados. Pronto en sus ajuares fúnebres depositaban los enseres que habían pertenecido al finado porque creían que en la otra vida lo iban a necesitar. Prototipo de esta idea la tenemos en la civilización del antiguo Egipto.

Aquí en España podemos verla en las tumbas megalíticas de Andalucía. También en las fosas de la época del bronce II o del Argar. El ingeniero belga Luis Siret fue el descubridor de esta civilización anterior a la ibera. En nuestro cementerio descansan sus restos junto a los de su joven esposa Magdalena Belpeire. Lo mismo ocurría en el periodo ibero aunque practicaban la inciniración como en los ritos y costumbres de la India. En el imperio romano practicaban ambos sepelios: La inhumación y la cremación. Las cenizas eran depositadas en pequeños nichos llamados columbarios. Referente a los entierros había una distinción notable según el nivel social del difunto. Siempre ha habido esta diferencia en la civilización occidental o mediterránea. En resumidas cuentas los mismos despojos humanos son iguales que sean depositados en una fosa con solo una carcomida y caída cruz de madera encima de un montón de tierra , que los restos depositados en una tumba adornada de ricos materiales de mármol labrados con herraje de bronce presidido por estatuas de perfección clásica de corte religioso o de significación personal de la figura del difunto que yace sus restos mortales bajo estos monumentos. En el fondo, en la realidad todo es igual. Huesos y cenizas.

Origen del Espiritismo en Águilas.- Con la llegada de varios componentes de la familia Lloret procedentes de Villajoyosa y Benidorm, de oficio carpinteros de rivera, trajeron a nuestro pueblo las ideas espiritistas con sus actividades propias de invocación a los espíritus. Este comienzo del espiritismo lo podemos encuadrar en la década de los años sesenta o setenta del siglo XIX.  Según las fuentes orales consultadas con el paso del tiempo los Lloret dejaron estos usos espiritistas. De tal manera que en la primera década del siglo pasado ningún componente de la familia asistía a la sesiones de invocación a los muertos. Algunos de los Lloret se distinguieron por su cultura más elevada del promedio del vecindario aguileño cultivando con esmero la literatura tanto en prosa como en verso. Fueron grandes colaboradores en distintas revistas y periódicos locales. Otros fueron miembros de las logias masónicas y de los  primeros centros republicanos  de finales del siglo XIX. Pero hubo un personaje totalmente desconocido en la actualidad que mantuvo en Águilas la llama del Espiritismo. Se trataba del sargento de carabineros llamado Rufino. Él dirigía las sesiones, espiritistas en su propio domicilio en la calle del Codo, hoy Echegaray. Se le llamó “Centro espiritista Caridad” . Lo podemos situar  en los finales del siglo XIX o en los albores del XX.

Volviendo unos años atrás, esto es en los noventa del “siglo de las luces” el cura don Natalio del Toro, debido a una pastoral del obispo Brian y Livermore atacando a los protestantes y espiritistas, se enfrentó en sus homilías y escritos con ambos heterodoxos. Los espiritistas en respuesta de este ataque propalaron por el pueblo que en algunas de sus sesiones les había sido revelado que sobrevendría con fecha fija  una hecatombe que destruiría la iglesia parroquial y se llevaría por delante todo lo relacionado con el culto católico. Mas los hermanos espiritistas se salvarían llevados por un barco llamado “la Estrella”. Estos hicieron la pantomima de colocar cañas en las paredes para apuntalar el templo. En la fecha señalada no ocurrió nada de la falsa profecía. El engaño fue la causa que algunos seguidores espiritistas abandonaran las sesiones.  Los vecinos en tumulto arrojaron piedras en los locales donde se  practicaban la invocación a los muertos. Lo ocurrido ocasionó un  desprestigio para  el movimiento  espiritista que iba en aumento.

Con el transcurso del tiempo se olvidó el acontecimiento reseñado. Con la llegada de la II República se aumentó la actividad espiritista. Crecieron como hongos las sesiones de la invocación a los muertos realizadas en casas particulares.  En la calle del Arenal (Martínez Parra)  vivía Diego Mula conocido por el maestro Villa. En su casa se hacían sesiones espiritistas. Igual, que en la calle Balsa Vieja  la medium vidente fue Carmen la Chafarota; Cañería  Alta operaba como médium  Gregorio el maestro Agua;  en la calle San Miguel el médium y curandero Alfonso el Pacheco. Dicen que de sus manos salían muchas curaciones.  En el Barrio de Jesús, conocido por el Charco, hoy Las Yucas, se hallaban varias viviendas donde las sesiones espiritistas era una cosa normal. Andrés Conesa fue el medium más activo de la zona. Ya en la posguerra sobresalió como médium José Espinosa y el fotógrafo “El Bolear”.

 En la República hubo un local famoso donde se hacían sesiones y se daban clases de estudios síquicos según la doctrina del francés Jane Kardel. Ente los distinguidos sobresalientes más nombrados y  activo de este circulo espiritista se hallaba el ingeniero y después maestro de matemáticas don José Martínez Flores.  Los socios que frecuentaban las charlas impartidas  pagaban una cuota  mensual mientras que un reducido grupo de ellos participaban en las sesiones cuando el centro  contaba con un médium  veraz y con dones especiales para el trance mediático.   Se denominó “Centro Iris” situado en la calle Roma en donde hubo la Academia de segunda enseñanza de don Antonio Salas. Después de la guerra desaparecido el centro espiritista el  ayuntamiento puso la escuela de don Joaquín Tendero (donde su padre fue uno de los primeros funcionarios del ferrocarril inglés junto a mi abuelo materno Antonio Martínez Carrión y Agustín González).

 El maestro Kardel enseñaba que él venía de otras generaciones anteriores, pues admitía la reencarnación. Sus numerosos seguidores creían que los escritos del francés eran “la verdad suprema”. Según sus enseñanzas esta vida era para experimentar el camino de sufrimiento y expiación. Vemos que prescindía del lenitivo o bálsamo de la gracia redentora de Jesucristo manifestado en Jesús el amor y misericordia de Dios Omnipotente. La obra de Kardel se resumen en los cinco libros que publicó, Estos eran; 1º Qué son  los espíritus?( los clasificaba en buenos y malos). 2º: Dedicado a los médium (Videntes, parlantes, dibujantes o escritores).- 3º El Evangelio según el espiritismo.- 4º Origen o Génesis del espiritismo.- 5º  Cielo o infierno. Enseñaba que nosotros somos estos dos estados del alma. La dualidad era bien evidente. Tomaban este aserto del libro budista de Vará Hita que enseñaba hablando del hombre: “Yo soy la sonrisa del niño y la mueca del cadáver”.

En aquella época republicana se formaban reuniones familiares que tenían como objetivo invocar a los difuntos Y se buscaba a gente que tuviera el don de médium para emplearla en sus sesiones. Sin embargo otro maestro teósofo y espiritista enseñaba: “No desees en tu vida los poderes psíquicos. Ya vendrán cuando tú no lo esperes” (Krisnamurtis).  Solía ocurrir cuando no estaba presente el médium los componentes de la sesión colocaban las manos encima del mármol del velador y el espíritu respondía con un golpe en caso afirmativo y con dos si la respuesta era negativa. Por supuesto que este método era factible de trampa y engaño.

Junto con el centro Iris estaba el centro  “Paz, Amor y Caridad”, sito en un extremo del pueblo en la calle alta de San Marcelino.  A veces en sus sesiones, según los participantes, contactaban con espíritus de luz y de santidad, (llegaron a decir que san Agustín y san Juan Bosco se les apareció). Por el contrario  en otros momentos se adentraban en el nivel más bajo de espíritus inferiores y comunicaban un pánico atroz que tenía que ser cortada de inmediato. El mensaje normal de estos espíritus calificaba a la vida presente como “Ilusiones vanas del tiempo perdido”.

Por último hay que señalar que en una de tantas sesiones de aquellos años de la República se profetizó la llegada de la guerra civil. La médium vidente sobrecogida por la visión de un mar de sangre y montones de cadáveres pronosticó que pronto vendría una cruenta guerra civil. Los hechos demostraron que no fue solo una pesadilla sino una trágica realidad. Y esta visión profética  se dio en varias manifestaciones  por aquel tiempo-Hoy en día en el sustrato de la conciencia popular un sector del pueblo cree en los postulados espiritistas aunque no  practique sus ritos. Y con frecuencia  personas con problemas de diversa índole consultan con aquellos que se dicen curanderos y que poseen dones para contactar con las almas de los difuntos. Y la historia continua………….