Mirando el pasado. Año 1940.

En el capitulo anterior nos dedicamos a los años veinte coincidiendo con el gobierno de la dictadura de Primo de Rivera. Una secuencia histórica un tanto desconocida referente a nuestro pueblo de Águilas. Y en ese escrito queda registrada para la historia local. Y precisamente eso es lo que intento, que no quede en la ignorancia  y olvido de nuestra generación situada en el despertar del siglo XXI. 

Destruida España después de la guerra de los mil días resultó ser una semejanza de las profecías de Jeremías y Daniel por la muerte y desolación que nos trajo a toda la sociedad española este enfrentamiento bélico entre los que pertenecemos a una misma patria común.

Aparte dejó las secuencias trágicas de esta contienda como también los sucesos ocurridos penosos y lamentables, durante los años 1939 y 1940  que coinciden con el primer  año de la victoria del general Franco. Creo más conveniente enfocar el asunto en la vida cotidiana de los aguileños que a pesar de los pesares,  el pueblo iba hacia adelante “a trancas y barrancas”.

Hay que señalar en honor a la verdad que la población en general, excepto los que estaban en prisión y los familiares de los evadidos a Orán, casi unos cuarenta en total,  participó  con alegría la llegada de la paz. Así se puso de manifiesto en la asistencia masiva de la misa de campaña que se celebró en la Glorieta en la mañana del Domingo de Ramos,  el día dos de abril de 1939 ante la Patrona la Virgen de los Dolores. Fue una sorpresa mayúscula pues nadie  esperaba que la bendita imagen se hubiera salvado de la destrucción de la iglesia de San José en la tarde del 14 de agosto del treinta y seis.

 Finalizada la guerra se comenzó de inmediato a limpiar las calles y plazas de escombros de los pasados bombardeos. Se cambió el nombre de las vías urbanas, tal como hicieron cuando llegó el Frente Popular en las elecciones de febrero del treinta y seis. Y desde entonces la Glorieta se llamó Plaza de España. En  las esquinas se colocaron unos pequeños carteles de madera con la siguiente inscripción: “Se prohíbe la mendicidad y se castiga la blasfemia” Y en el balneario Patria Chica acudían más de trescientos hambrientos con sus vasijas de aluminio y latón a recibir el rancho diario. Así lo atestigüa las actas municipales de aquel tiempo. Es interesante saber los pagos que hacía la municipalidad en estos alimentos: El 24 de agosto se abonó a Juan Molina 507,20 pesetas en concepto de carne y trigo para la población. Tuvieron que ir a Sevilla  para traer estas viandas.

Se abonaron a Don José Oliver Santaella 106,50 pesetas y a Juan Carrasco Fernández 173 ptas. Por las ocho reses que han vendido al ayuntamiento para abastecer de carne a los pobres en el primer aniversario de la Victoria (uno de abril de 1940).

Al no valer en el mercado el dinero republicano  ni los billetes de la monarquía de Alfonso XIII, sólo los emitidos del gobierno de Franco en Burgos en  plena guerra, se dictó una ley que se debía de cambiar los duros de plata  por los billetes del nuevo régimen. La ley amenazaba con severas penas los que no cumplían esta norma tachándolos de mal patriotas y enemigos de los vencedores. Por lo tanto se juntaban dos problemas, por un lado las estanterías y armarios de los establecimientos de comestibles estaban vacíos y la nulidad del papel moneda republicano, que abundaba en la población, y que no servía de nada.

Mientras llegaba la nueva calderilla de aluminio  se utilizaron los sellos de correos y las monedas de cobre de cinco y de diez céntimos del reinado de Alfonso XII. Incluso de la primera República del siglo XIX donde en estas monedas  apenas se podía ver una señora (representando a España) y un león rampante. La inscripción era ilegible por el paso de los años

Esto motivó que muchos vecinos que poseían muebles y objetos de valor tuvieran que venderlos pagado con dinero de Franco. Otros tuvieron que exponer sus enseres domésticos en la calle o plaza del mercado para ver si salía algún comprador que tuviera la  suerte de poseer el dinero  de “la Nueva España”. Todo era por vencer y calmar el hambre rabiosa que se cernía sobre la nación y en particular la población aguileña. El conocido estraperlo no comenzó ese año de 1940 pues estaba terminante prohibido ausentarse de la población. A mitad de la década la gente sabiendo el peligro que conllevaba el tomar el tren  granadino vigilado por la brigadilla se exponía a ese viaje para llevar a casa lo que en Águilas no se encontraba. Lo más corriente era perder los alimentos comprados, pues la  mayoría estaban intervenidos por la Fiscalía de Tasas.

A pesar de las plagas de la enfermedad del tifus o  “piojo verde”, la hambruna y el control riguroso de las nuevas autoridades, el vecindario intentaba pasarlo lo mejor posible.  Se organizaban bailes en las casas con música de instrumentos de cuerda. Posteriormente fueron prohibidos. Entonces los bailes se hacían en los patios interiores. Un componente de la familia se quedaba en la puerta para vigilar la venida de la autoridad  y dar la voz de alarma.

Otro medio de distracción fue el cine y el “juego pelota” o el futbol. El cine de Torrecillas se llenaba de bote en bote todas las noches en su nivel más humilde como fue el “gallinero” o general. Con gradas de madera los impacientes espectadores silbaban y pataleaban cuando se suspendía la proyección en los films por el cambio de rollo de la película o el corte de  la censura por una escena  al parecer un tanto escabrosa.

En cuanto al futbol señalamos que el Rubial  se hallaba en lamentable estado a causa de la guerra. Eso no fue óbice para que jóvenes ferroviarios entre ellos Jorge Román Sánchez, Manolo Gilabert Pérez y Armando el “murciano”, una vez convertido el campo propicio para la competición deportiva organizaran una liguilla local en la primavera del cuarenta. Se comprometieron a sisar una cantidad fija de su paga mensual que llamaron “el reparto” para hacer frente a los gastos ocasionados por la competición. Se formaron los siguientes equipos: La Ferroviaria; Universitary compuesta por los señoritos. Popularmente era conocido por la “magra”. El equipo de los pescadores era La caballa. En el juego no usaban botas, sí sus pies descalzos;  Así andaban los pescadores  por el pueblo. El equipo El Rayo pertenecía a los hiladores. San José del barrio del mismo nombre. Y Los lobos del Norte, eran los residentes de las Asperillas Altas.

Se instalaron unos bidones en vez de los postes desaparecidos de las antiguas porterías. Algunos estaban llenos de agua para refrescarse al final de cada partido. Otros peloteros salían corriendo por la antigua fábrica de la luz hasta la playa para darse “un guatis”.

 El teatro de aficionados resurgió como el Ave Fenix de sus cenizas. Gracias a la dirección de José Viseras y Agustín Hernández y puesta en escena interpretada por Carlota Marín y Francisco González Campoy, la afición teatral enraizada en el pueblo desde finales del siglo XIX siguió su curso cultural y benéfico, pues todas las representaciones se daban para ayudar al , hospital y residencia de ancianos de San Francisco.

Al finalizar la guerra todo estaba deshecho en el pueblo. La anterior Academia de segunda enseñanza dirigida por Don Antonio Salas sita en lo que hoy es la tasca del Pimiento, estaba cerrada, y también la otra en la calle del Codo o Echegaray en la casa conocida por la de Trench no funcionaba desde el estallido de la guerra.

Viendo Don Paco Suances, Vista de Aduanas, que en el pueblo había un grupo de jóvenes para formar una academia, la abrió en lo alto de una casa de la calle Balart. Y en octubre de aquel año 1940 comenzó las clases con el siguiente profesorado:

Don Antonio Sánchez Bernabé, cura párroco. Latin y Religión. Don Juan Moreno Sánchez Fortún. Farmacéutico. Química. Este era Inspector de Sanidad  Estaba encargado de analizar la leche de las cabras del pueblo para contralar la pureza de la misma sin mezcla de agua alguna. El infractor era penado con 25 pesetas. 50 si era reincidente. Hasta llegar a cien pesetas si caía en la misma infracción.

El director Don Paco Suances daba Matemáticas. Su yerno Gonzalo impartía Geografía e historia – Ramón Quintana (“Montito”) lengua francesa.- Don Francisco González Campoy: Gramática y  Literatura. Y Andrés Fuster; Dibujo. Era el encargado de controlar la buena compostura y estudio de los alumnos que estaban separados de las chicas. Estas tenían como encargada Maria Josefa Suances, hija del director. Cuando este fue trasladado a Madrid en el año 1941, la academia  dejó de funcionar.  Por lo tanto solo duró   un curso. 

No llegaba a los cuarenta el alumnado entre chicos y chicas. Algunos siguieron en las clases particulares de Don José Martínez Flores y otros profesores que daban clases en sus respectivas viviendas. Más tarde se formaron las academias que siguieron en los años cincuenta y sesenta……..

La pesadilla real que sufrió la nación y Águilas en particular en esos años del treinta y seis  duró bien entrados los años a  principios de los  cincuenta.