En este tiempo Águilas estuvo gobernada por el alcalde Carlos Marín Menú. Fue tanto su interés por el pueblo que de su bolsillo prestó al ayuntamiento 50,000 pesetas para que no lo embargaran sus acreedores. Marín Menú solucionó el problema del agua construyendo unos grandes depósitos en el cabezo de enfrente de Hospital e inauguró la actual Plaza de Abastos en agosto de 1928. Los festejos de aquel año fueron famosos por sus actos lúdicos y culturales. Dejó tanto bien la huella de su mandato que el gobierno del Frente Popular, una vez estallada la guerra civil no le molestaron. Carlos Marín no estuvo preso en la fábrica de jabón en la carretera de Vera como estuvieron otros de significación de la derecha conservadora . Sus seguidores en la alcaldía Bartolomé Muñoz Belda pudo escapar al extranjero cuando iban a por él y su posterior Rafael Rostan Fernández Luna, último alcalde monárquico, sí sufrió la prisión aquí en Águilas y más tarde en la capital murciana.
En ese periodo de tiempo anterior a la II República y guerra civil vamos hacer un repaso de los comercios y lugares de ocio que estaban en vigor en nuestro pueblo de tendencia a ir a menos por la crisis minera y financiera que sufría en aquel tiempo. De tal manera que el Patronato del hospital de san Francisco organizó la conocida “ Cocina económica “ donde iban a comer con sus vasijas unos doscientos pobres. Con la llegada de la República el número de indigentes se aumentó llegando a los trescientos. Los gastos eran atendidos por el Ayuntamiento y por los ingresos de los cupones de las iguales. El sorteo de los premios se hacía en el mismo hospital de Caridad y los inválidos asociados a dicho centro vendían por las calles voceando; “¿ Quieren dos iguales para hoy? . Y por cincuenta céntimos o dos reales eran adquiridos dos números para probar la suerte. La lista de la numeración llegaba hasta los mil dígitos.
De todos es conocida la afición teatral que en Águilas había desde el siglo XIX. En aquella década de los veinte estaban dos agrupaciones de aficionados. La de Arranz- Suances y el Grupo Ferroviario que llegó a interpretar zarzuelas de renombre con el debut del” Huesped del Sevillano” en julio de 1928 . Después vino “ Los claveles”; la del Soto del Parral “; LaRosa del Azafrán”; “El duo, de la Africana” y el Puñao de rosas”. De tal manera que los aguileños por la calle entonaban las canciones más representativas de estas piezas líricas. Y los domingos en la Glorieta la banda de música dirigida por el inolvidable Francisco Díaz Romero , recordaba en su repertorio los sones archiconocidos de estas zarzuelas. El corro alrededor de nuestra famosa banda municipal cantaba al unísono con los acordes del género chico de nuestra Lírica nacional.
Mucho se ha escrito sobre el bar Alhambra como lugar de esparcimiento en los años de la posguerra. Pues bien se inauguró en estos años veinte por el industrial madrileño Sr.Pérez, dando a su establecimiento un aire americano por la orquestina de su música, el servicio de cervecería y los cócteles compuestos de los licores más desconocidos hasta el momento. Su servicio de camareros era de los más elegantes y distinguidos . El local siempre estaba abarrotado de un público adicto y numeroso. Como no existía la prohibición de fumar en locales cerrados, siempre el bar Alhambra estaba inundado de una espesa cortina de humo por los cigarros de los fumadores.
Cuando el día dos de marzo de 1939 un grupo del Tabor o de Regulares entraron en Águilas el Sr. Pérez desapareció de inmediato del pueblo. La causa fue que el dueño del bar Alhambra pertenecía a la logia masónica de Águilas y estando apercibido de la cruel persecución de nuevo régimen de general Franco hacia los masones, optó por ausentarse del municipio aguileño. No costa si sufrió la pena del destierro y prisión que otros colegas suyos soportaron durante el duro tiempo contra la Masonería dirigida por el general Saliquet. Si se sabe que el local del bar fue adquirido por el industrial José Lillo y continuó con el título del bar Alhambra.
Otros bares de aquel tiempo de los años veinte se hallaban establecidos en los balnearios Reina Victoria, Giralda y Patria Chica en la temporada de verano . Durante todo el año estaban la Repostería de Casino regentada por el tío Petaca y el bar restaurante de la Sociedad o Círculo de Arte y Comercio.
En esa época había en el pueblo una cantidad ingente de barberías y tabernas. En cada calle o plaza se podía encontrar esta clase de establecimientos.
No era así en cuanto a las farmacias . Sólo tres y se hallaban en la Glorieta: La más antigua la de Don Faustino Arcas, seguida la de Do Juan Moreno y la más moderna de Dª Anita Orts.
Las confiterías eran también tres: La de Enrique Sánchez al lado de la Sociedad de Cazadores y la sede del partido de Gil Robles o de la CEDA. La pastelería de Diego Rodríguez al lado de la farmacia de Anita Orts y la del Bue Gusto cerca de la iglesia de san José. Arriba de la farmacia de Don Juan Moreno estaba la pensión hostal Zamora, cuya propietaria era tía de famoso guardameta internacional Ricardo Zamora. Gran conmoción sintió todo el pueblo cuando el célebre portero de la selección nacional visitó a su tía carnal en medio de las autoridades , banda de música y de un gentío delirante que llenaba todo el ámbito de la Glorieta. Además en el pueblo se hallaba la Fonda Jorquera y el Hotel Central de Sanz en la calle de Rey Carlos III.
En la cuestión médica era atendida por los doctores D. Alejandro Santamaría que regentaba un centro de este ramo sito en la calle conde de Aranda; D. Pedro Calero Luanco; D. Enrique Martínez Conesa y el joven D. Pepe Arcas Gómez . Cada uno tenía su clientela en forma de igualas. Por los servicios prestados recibían siete pesetas mensuales. Y los llamados pobres de solemnidad el ayuntamiento se encargaba de abonar los recibos de la asistencia sanitaria a estos desheredados de la sociedad. Y por desgracia se contaban por cientos los acogidos en la ayuda del Consistorio aguileño.
En cuanto a matronas no había ninguna titulada. Fue en aquella década de los veinte donde llegó al pueblo la “profesora en partos” Dª Estefanía Litrán procedente de Caravaca. Desde tiempo inmemorial las parturientas eran atendidas por las llamadas “parteras”, mujeres experimentadas en este asunto. Siempre las mujeres aguileñas daban a luz en sus casas respectivas. Y fue en esa época cuando los mismos médicos mencionados actuaban en casos difíciles que conllevaban el riesgo de muerte de la parturienta.
Eso de cualquier tiempo pasado fue mejor, es un dicho sin fundamento y un error manifiesto. Pero el pueblo de Águilas, por lo general vivía con toda intensidad los llamados felices veinte. Lo positivo de este tiempo ha sido que había más respeto entre la juventud y las personas de más edad; y no digamos con el trato de las autoridades .Las familias estaban más unidas y la obediencia de los hijos hacia sus padres era la nota dominante en el seno familiar.
Referente a la política después con la caída del general Primo de Rivera y la llegada de la II República el panorama se convirtió de mal en peor debido a la inestabilidad de los gobernantes y las luchas de clase habidas en la sociedad española para erradicar el caciquismo imperante.