" La vida y su símbolo, el toreo " Gerardo Diego
Aprovecho este artículo para agradecer muy sinceramente, una vez más, a la dirección de este medio la absoluta libertad que ofrece a todos sus colaboradores, entre cuya lista me honro en estar. Y lo hago porque voy a hablar de otra gente que coarta la libertad individual a base de decretazos y campañas manipuladoras. Como no creo que haya nadie a quien deje indiferente la última gracia de los políticos catalanes de esta semana : prohibir las corridas de toros, voy a dar mi opinión al respecto.
Como ya expuse en otro artículo anterior dedicado al diestro José Tomás hace unos meses, voy a hablar de toros, y sí, soy aficionado, y lo digo a cara descubierta, no me escondo, no soy un delincuente por serlo, como a partir de ahora se sentirán los aficionados catalanes, individuos al margen de la ley, y son muchos miles de personas. Los pobres tendrán que abandonar a partir de enero de 2012 las fronteras de su "nación" para disfrutar de una fiesta que les gusta y que se les ha prohibido. No se les da a los ciudadanos la opción de elegir si quieren ver una corrida de toros o no; el estado nazi de Catalonia decide por el individuo y ha dictaminado que el ciudadano catalán no puede ver una corrida de toros porque es una cosa típica de ese extraño país con el que limitan que se llama España y hay que eliminar cualquier vestigio de relación afectiva con "esa gente".
Si quitamos los exaltados y circenses animalistas, ese grupo minúsculo de supuestos defensores de los animales ( que no dudarán en pedirse un buen chuletón de Ávila al acabar la manifestación ante la plaza de toros ), el resto de los apoyos con que ha contado este engendro de ley, aprobada el miércoles pasado, ha sido una clarísima manipulación política. Todo lo que huela a esa nación que limita con Catalonia hay que extirparlo de raíz como si fuese un cáncer de expansión furibunda y terminal. Y han prohibido una fiesta con tanto arraigo en Barcelona como en Sevilla o en Madrid, porque siempre ha sido la Monumental una de las principales plazas del mundo por el número y la calidad de sus carteles. Pero claro, tiene un defecto, allí se celebra una fiesta nacional española, y eso no se puede consentir en un territorio que se quiere desgajar del mapa, quiere dejar de ser parte de la piel de toro. Posiblemente a muchos no nos importaría, a pesar de tener magníficos amigos catalanes, y algunos familiares.
¡ Pobres ignorantes ! y me refiero a la ridícula clase política catalana. Al pueblo llano de esa tierra lo respeto y me compadezco de ellos por tener que soportar a diario el absurdo de una panda de descerebrados con modos nacionalsocialistas.
Como son tan ridículos, este honorable parlamento catalán ha prohibido la corrida de toros por ser española, y, supuestamente, por evitar el maltrato animal que se le inflige al toro. Pero no se les ha ocurrido prohibir los cientos de fiestas callejeras que usan el toro con elementos denigrantes, donde no hay atisbo de arte ni reglas, y donde el más bruto del lugar es quien se lleva el premio de las fiestas del pueblo. No, eso no se puede tocar porque es la identidad del pueblo catalán. Correr a tirones a un toro cogido con una soga del cuello, ponerle dos teas incendiarias en la punta de los pitones, engañar a las reses para que caigan desde los altos muelles al mar, y otras gracias son elementos de la identidad del pueblo catalán y, por lo visto, no suponen ningún daño para el animal. Señorías catalanas, ¿ a quién creen que están tomando el pelo ?. El absurdo de la prohibición de esta ley viene confirmado por el contrapunto de lo que permiten que sea legal. Sólo hay un motivo detrás de esta campaña de manipulación al más puro estilo de Himmler : borrar de las tres provincias catalanas cualquier rastro de la cultura española, esa que les produce una reacción alérgica a los ridículos políticos nacionalistas.
Aunque no soy futbolero, propongo a las insignes autoridades catalanas, en virtud de esa especie de limpieza étnica que han emprendido, que se apresuren a promulgar otra ley inmediatamente que prohíba jugar en ese que dicen que es más que un club a sujetos que no sean nacidos en el territorio nacional de Catalonia y que no puedan demostrar su pedigrí de señera y barretina hasta en tres generaciones anteriores. De no poder demostrarlo, deberían ser expulsados del club y de su " nación" inmediatamente de modo que los múltiples éxitos a cosechar fuesen obra de catalanes pata negra y no de mercenarios escandalosamente pagados. Pero no sé porqué me da en la nariz que este tema no les interesará tocarlo a los ridículos padres de la patria catalana. Porque son los representantes vergonzosos de la más rancia hipocresía de la Cataluña burguesa, esa que se hizo grande y rica con mano de obra de la España que tanta alergia les provoca. Y precisamente el presidente de ese gobierno es un charnego cordobés, que niega su sangre, que se intenta convencer a sí mismo de antitaurino, ( a pesar de haber fotografías suyas en contrabarrera en la Monumental ) y en el colmo de la desfachatez, en la rueda de prensa posterior al despropósito, dice que él no ha votado a favor de la prohibición. Señor M., es usted un caradura sin el más mínimo sentido de la ética. Si ha abanderado este esperpento, tenga usted lo que tienen los toreros y dé la cara y admita que está muy contento por haber prohibido una fiesta española en su " nación ".
¡ Qué pena me dan los pobres ciudadanos catalanes ! Tener que soportar una clase política que tiene de todo menos clase. Los que quieran vivir en libertad serán bien acogidos en el resto de España, estoy seguro. El resto tendrá que seguir bajo régimen dictatorial de los nacionalistas, ese lastre para la honrada sociedad catalana. Los españoles, por suerte, no somos tan racistas como sus ridículos políticos.