Quiero hoy hablarles del teatro, porque entre las manifestaciones culturales que la vida nos puede ofrecer, el arte de la interpretación-- con la diversidad de personajes que se pueden asumir-- puede transformar a un buen actor o actriz en ángel o demonio, según el papel a representar. Siendo el concepto de “ Cultura”, expresado de manera sencilla, el cultivo humano en las artes del saber , se le pueden aplicar diferentes matices de interpretación, ya que al ser un estado de ánimo en el que pueden coexistir sentimientos opuestos como el amor o el odio, dicho estado facilita al actor el cambio brusco que supone, tanto en gestos como en voz, el tránsito de una situación a otra en el desarrollo de la obra representada. Últimamente estamos viendo obras , agrupadas como teatro joven o moderno, en las que sus autores plantean situaciones confusas, prescindiendo casi por completo del diálogo y sustituyéndolo por la gesticulación o la mímica como vehículos expresivos. Recientemente leí en una revista especializada que a esta modalidad se la denomina Teatro del Absurdo. En modo alguno pretendo juzgar la primacía o autenticidad en las manifestaciones artísticas ni tampoco valorar las diferencias que puedan darse entre ellas, pues soy plenamente consciente de mi subjetividad en la percepción de las mismas. Yo sólo deseo contarles mis vivencias y recuerdos y he de admitir que facilita mucho mi trabajo la historia de nuestro pueblo, en laque de una u otra forma he podido estar y soy por tanto un simple narrador que cuenta la gloria de quienes nos precedieron. Y en este capítulo del teatro Águilas tiene mucho que decir. No van a ser solamente mis vivencias las que me van a ayudar, ya que los hechos que voy a relatar ocurrieron en parte muchos años antes de que yo naciera. Por eso me remito a los libros de Felipe Palacios, Estampas de mi tierra (1969) y Antonio Cerdán, Historiografía del teatro en Águilas (1984), ambos ya fallecidos y hacia los que elevo el más agradecido de los recuerdos. Entrando ya de lleno en el tema que me ocupa, les diré que el primer teatro que hubo en Águilas se llamó Teatro de la Caridad, inaugurado en 1830. La función empezaba a las 4 de la tarde y se advertía en los programas que tendría lugar “ siempre que el tiempo no lo impida ” pues el local era cercado pero sin techo. También había que aprovechar la luz solar, pues aún no había llegado la electricidad a Águilas. En este mismo local se edificaría posteriormente el célebre Teatro Circo, que después se llamó sucesivamente Teatro Lanuza y Teatro Romero. En 1905 se inauguró el Teatro España como complemento del famoso balneario que existía desde 1891, pero que desaparecería en un incendio por cortocircuito en 1913. El afán de los aguileños y su amor al teatro hizo que sobre sus cenizas surgiera en 1915 el Teatro Reina Victoria Eugenia., posteriormente llamado Teatro Salón Ideal y que se transformaría en Cinema Ideal con la llegada del el cine mudo. Tal vez por las muchas compañías profesionales que por aquellos años tenían a Águilas como destino seguro en sus giras empezó a surgir en la ciudad el gusanillo de la afición al teatro. Surgieron varios grupos de aficionados que ensayaban comedias y zarzuelas con la ilusión de estrenarlas. Las había de toda clase y condición social. Nacieron la Agrupación Artística Aguileña; Compañía de Jóvenes Aficionados; diversas agrupaciones como la Benavente; Lope de Vega; Arranz-Suances; Arte y Trabajo; Grupo Artístico Ferroviario; Compañía de los Exploradores; Compañía Infantil y Compañía Lírica, de gran aceptación popular porque cantaban las zarzuelas de moda en aquellos años. En cuanto a los directores de estas agrupaciones , cabe decir que mayoritariamente fueron magníficos actores que simultaneaban ambas funciones como Vicente Lanuza, Bartolomé Muñoz, Francisco Suances, Francisco González Campoy, Manuel Arranz, Raimundo Ruano, Raimundo Jiménez, José Viseras, Mateo Cerdán y Francisco Martí. También cabe destacar a las dos magníficas directoras Concha Muñoz de Suances y Antonia Sánchez Pallarés de Jiménez.. Pretender reseñar el nombre de los artistas locales que actuaron en las comedias, zarzuelas y sainetes, amén de los números musicales de los fines de fiesta, sería imposible por falta de espacio, ya que entre los años 1877 y 1962 fueron puestas en escena 168 obras. No obstante, haciendo una selección de obras e intérpretes, se puede asegurar que se pusieron en cartel todas las zarzuelas escritas hasta entonces , que en la dirección musical tuvieron la suerte de contar con los afamados maestros Díaz Romero, Olivares Soto y Anibal Aullón. En el capítulo de comedias resumo los siguientes títulos: La vida íntima de los Hermanos Álvarez Quintero; Don Casiano de J. Lloret ; La fuerza bruta de J.Benavente; Una buena mujer de F. González Campoy; Pégame Luciano de G. Muñoz Seca; El abanico de Lady Windermere de O. Wilde; Celos de G. Muñoz Seca; Nuestra Natacha de A. Casona; 48 horas de felicidad de A.Paso; Es peligroso asomarse al exterior de Jardiel Poncela; Un crimen vulgar de Luca de Tena; El zoo de cristal de Tennessee Williams y Lo que hablan las mujeres de A.Quintero. Había un gran plantel de actrices, que de nuevo he de resumir: Carlota Marín, Mari Glover, Mª Josefa Suances, Maruja Navarro, Rosita Muñoz, Conchita Acebo, Ascensión Glover, Pilar Navas, Bárbara Troyano, Isabel Martí, Concha Jaime, Elena Moreno, Paquita Cervetto y Flora Torrecillas entre otras . Como quiera que los directores eran también actores, a quienes ya he relacionado sumo los siguientes: Francisco Martí, Ángel Glover, Alfonso Miras, Ángel Sánchez, Antonio Gaiter, Juan Larrea, Victor Frappolli, Francisco Montiel, Enrique Parra y Luis Villardel. Como resumen y valoración de esta época, cabe afirmar que la crítica fue unánime al destacar la puesta en escena e interpretación de estas obras, distinguiendo a la Sta. Carlota Marín como mejor actriz en cuantas obras intervino. La primera fue Pégame Luciano y la última Es peligroso asomarse al exterior, tras veinte años de vida artística. Pero fue sin duda El abanico de Lady Windermere la que la consagró como actriz. Esta era una obra de Oscar Wilde traducida al castellano y según la crítica fue sin duda la más fastuosa representación puesta en escena en el Salón Ideal el 17 de julio de 1935. La citada crítica local escribió tras el estreno: Admirable obra y admirable actriz, por su personalidad, clara dicción, sus finos y elegantes modales y su desenvoltura en escena, lo que la convierte en la mejor entre todas las de su tiempo. Pero no fue solamente la crítica local en las publicaciones “Trabajo”, “Amanecer” y “Renovación”, la que elogió las virtudes interpretativas de Carlota Marín, ya que la Agrupación Artística Arranz-Suanzes de la que ella era primera actriz, presentaba sus obras en las poblaciones de nuestro entorno. He tenido acceso a periódicos de la época y en el denominado “El censor” de Cuevas de Almanzora del día 1 de Diciembre de 1930, en la obra “Luciano pégame” a beneficio de los pobres de la localidad, al hacer la crítica decía: “La actuación de la primera actriz Sta. Carlota Marín, supero, sin duda alguna, a muchas primeras figuras de los principales teatros de las primeras ciudades” En la publicación semanal de Lorca titulada “El horizonte” del día 14 de Mayo de 1933, y refiriéndose a la obra allí presentada, “Lo que hablan las mujeres” de los hermanos Álvarez Quintero su redactor escribe entre otras cosas: “Confesamos, que nos vemos anonadados, para describir la admirable labor de Mari Glover, Anita Orts, Marta Glover, Concha de Suanzes, etc, entre las que destaca de una manera especial. La Sta. Carlota Marín, pues vimos tales destellos en su labor, que los personajes que dialogaban con ella, quedaban algo obscurecidos” Pocos meses después, concretamente en el mes de Agosto del mismo año, el citado semanario lorquino, lanzo un numero extraordinario dedicado a Águilas, enviándole un ejemplar a su domicilio, en cuya portada la Redacción del mismo había escrito una dedicatoria a mano que textualmente decía: “A la bella e inteligente Carlota Marín, genial interprete en el papel de “Pepita de los Santos” como prueba de la admiración a su arte, siempre al servicio de toda altruista iniciativa” Hoy, ya en el año 2005, he tenido la satisfacción de mantener una larga conversación con ella y a sus 96 años goza de una total lucidez y encanto en las muchas anécdotas que me ha contado y que por falta de espacio no puedo reflejar en este artículo. Finalizada esta época, y ya en el 1957, el Grupo Artístico Aguileño del Paso Blanco, cuya primera actriz era Loli Fernández y que integraban entre otras Lita Dapena, Nico García, Lili Viseras, Loli Cáceres, Antonio Albarracin, Alejandro Viseras, Ángel Ferrer y Antonio Uribe, pusieron en escena Juego de Niños, Un crimen vulgar y Deja que los perros ladren, dirigidas por Antonio Albarracín. Era tradicional que al finalizar la obra presentada se celebrase un fin de fiesta con bailes y canciones interpretadas por bellas señoritas , bajo la dirección de Guillermo Muñoz y Antonio Albarracín. En mi recuerdo aún está la imagen y las voces de Manola Delgado con Palabritas, Lolita Berruezo con Fantasmas, Rosa de la Rosa con Farolero, Huertas García con El bolero de Dolores, Lolina Olivares con Jueves Santo Madrileño y Teresa Segura con Los Pajaritos. Y ya hoy, cogiendo la antorcha de la cultura teatral que se inició en aquel 1830 siguen haciendo historia en nuestro pueblo las agrupaciones TEA; Marco Blanco; AMIA y Amas de Casa. Quiero terminar dirigiéndome especialmente a las agrupaciones actuales diciéndoles: Gracias por haber leído lo que es nuestro legado, pero no seáis pasivos, seguid andando el camino, recuperando el pasado
AUTOR: Miguel Sánchez Díaz
El Teatro en Águilas a través del tiempo